viernes, 28 de octubre de 2011

DEAD SEA


Nada estará bien, ni con ella ni con nadie más. Ni siquiera estoy bien conmigo misma ¿cómo podría estarlo por alguien más? Necesito eso que todos se jactan de tener, eso que a todos los hace vivir en mundos desconocidos e ilusorios para mi, mundos en donde aun no camino, no sé vivir.

Tal vez por ello me entrego, pero no recibo nada a cambio, sé que no me pagan de la misma forma, pero tercamente y de una manera muy estúpida me gusta estar ahí. Siento ese calor de la indiferencia, respiro ese aroma putrefacto, observo como abren en mi heridas, presento como consumen más mi vida, a pesar de todo ello, sigo ahí. Creo saber la razón de esto, quiero creer que es porque "la amo", aunque sé muy bien que mi "amor" por ella es algo que no tiene razón de existir, y que me baso en la lógica de "dar sin esperar recibir". Esa lógica me tiene muerta.

Estoy harta de esta vida, estoy harta de tu misma mierda diaria, de morirme en tus brazos, de tragarme tus mentiras, de ahogarme en tu miseria, que hoy se ha convertido en la mía. Al parecer amo el momento en que te conocí, aquel que hoy quisiera odiar. Estoy a un solo paso de hacerlo, pero cada vez que intento un movimiento, tu rostro, tu voz y nuestro pasado, me encadena a este sufrimiento, me encadena a una muerte precipitada, porque hoy no vivo más que por ti y para ti. Hoy no vivo más, hoy he muerto por ti.

lunes, 17 de octubre de 2011

THE WOEFUL CLOCK



UNO
Quieren jugar a las escondidas. Quieren ser parte de aquellos que se cubren bajo la inocencia de los otros. Pretenden vivir un momento prohibido y compartir de la experiencia que un día los llevó a aquel lugar, donde hace poco decidieron no estar más.

DOS
Él hombre está cómodo, él se siente feliz, pero no puede decir lo mismo cuando se mira al espejo. Se halla triste, pensativo, deprimido. Se frustra cada vez que se detiene en el lugar de la otra persona, él no quiere estar ahí, el no quiso estar ahí. A veces piensa que paga el precio de su silencio, de su alejada partida. A veces quiere ser el hombre que se mira al espejo.

TRES
La mujer corre cada vez más rápido, pero no puede evitar tropezarse con torpeza al ver un obstáculo maldito. Al caer, trata de recordar el recorrido y se lamenta por todas las piedras que tuvo que pasar, que la hirieron, que la sometieron a un castigo eterno. Ella dice ser parte de un cambio, pero no es parte de ella misma, de sus ideales.

CUATRO
Él hombre está cansado, él ya no quiere la rutina asesina. No quiere seguir desangrándose, pero sabe que, en su afán de sobrevivir, tendrá que hacerlo. Ganas de levantar el dedo del medio y decir "adiós, adiós" tiene, pero conoce sus límites, conoce sus acciones y reacciones. No caerá en un circulo vicioso, no caerá en su propio abismo.

CINCO
¡Maldición! ¡Mierda! ¡BASTA! grita el hombre, pero nadie logra escucharlo. A él no le interesa que lo escuchen salvo su ángel, ese que él creyó inmortal, digno de apoyarlo y feliz de haberlo elegido a él. Nadie lo oye. Él mismo ya no percibe su voz, está dejando de existir, pronto perecerá y pasará a ser un recuerdo más.

SEIS
El monstruo insiste, presiona y lucha; nadie lo puede detener. Es un ser que ha desatado el pánico en la ciudad, a cubierto el cielo, no existe más luz, no por ahora. Los caballeros luchan contra él, tratan de hacerlo caer, pero en sus intentos -todos vanos- salen heridos, algunos muertos. "Es algo que se vio venir" dice un testigo, "es algo que no debió suceder" repite. Ya es muy tarde, ha vuelto a atacar con furia.

SIETE
Respira profundo, ve a su alrededor, hay un silencio extraño, está oscuro. El hombre se pone de pie, da dos pasos lentamente y se detiene. Voltea la mirada, cierra los ojos y suspira. Vuelve a sentarse y se queda quieto, esperando que en algún momento se prenda la luz. Esperando que en algún momento se rompa la tranquilidad.

OCHO
Ambos se miran a los ojos, obtienen paz. Se desean, se besan y se abrazan. Se susurran al oído y sonríen. Hay un brillo en sus ojos, hay esperanza en sus miradas, hay futuro en sus palabras. Hay calma hoy, han cesado las batallas. ¿Mañana? No se sabe.

NUEVE
El hombre alza la voz, la mujer pierde la razón, empiezan los mares, empieza el temblor, empieza la guerra, se consume el amor, se convierte en ira lo que era pasión. Decae aquel brillo, aumenta la tensión. "No lo hagas" implora, "es tarde, adiós, adiós" dice él con frustración. Se marcha la vida, ha vuelto el temor.