lunes, 27 de agosto de 2012

LIARS OF THE DAWN


"Ya está amaneciendo, vete y ponte la capucha para que nadie te vea" me dijo ella, con sus ojos perdidos, movedizos, alcoholizados, mirando para arriba como si estuviese poseída. Estaba perdida, no era ella misma, aunque por sus acciones, pude darme cuenta que se había vendido, que sin querer -o quizá queriendo- se había desnudado, se había mostrado tal y cual era, o por lo menos como es en situaciones como la de aquella noche, una madrugada donde nuestros labios, antes sedientos de alcohol, ahora estaban sedientos de placer, un placer que de a pocos fue creciendo, pero que terminó con el amanecer, con la puesta de ese cielo celeste mañanero, con los pájaros que cantan no sé qué, con las personas presurosas que salen a correr para tratar de perder peso o porque no encuentran algo mejor que hacer un domingo por la mañana, un placer que finalizó con un apretón de manos, como si fuera el inicio de un enamoramiento, algo que en la realidad fría y cruda, como esa madrugada oscura y silenciosa, no era más que unos minutos de caricias, besos  roces entre nuestras partes íntimas, no era más que la unión pasajera y fortuita de dos ingenuos jugando a ser amantes, jugando a quererse más de lo que podrían llegar a quererse en años o quizá nunca, porque seamos honestos, lo que pasó esa noche fue algo que no volverá a pasar y no porque no queramos que no vuelva a suceder, sino que "lamentablemente" ella no estará más; se irá de viaje, no sé por cuantos meses, se va a trabajar en un crucero, según ella por diez años, un periodo de tiempo que no le creo, que creo lo dijo por la dosis elevada de alcohol en la sangre, que cuando llega a ciertos niveles, el cuerpo se vuelve un traicionero o un mentiroso y en ciertos casos un héroe de la verdad, verdades que al final se tornan en su contra. No creo que se vaya por ese tiempo, se irá unos siete meses máximo, espero no equivocarme; y no es que yo la espere, no es que quiera que vuelva para besarla otra vez y jugar a los amantes casuales, y darnos las caricias que creemos son con cariño, pero que no son más que una reacción de nuestros instintos más bajos, esos que nos vuelven animales salvajes, esos que nos vuelven reptiles, que nos ponen en un estado de placer máximo y que hace que nos toquemos los sexos, que nos besemos desenfrenadamente, que me diga "qué rico besas", "mi enamorado no me quiere", "¿me esperarás?", "soy mayor que tú, tengo veintisiete años", "ponte la capucha, cúbrete", "¿me amas?", "¿alguna vez te han tocado abajo?", "andate, tu mamá te va a gritar", "no te quites la capucha"; yo le decía "eres hermosa", "no me han tocado, siempre hay una primera vez", "no te amo, pero puedo llegar a hacerlo", "no quiero irme" y otras frases mentirosas más que por efectos del alcohol no logro recordar, las palabras siempre se esfuman, se pierden en el tiempo, se borran de la mente, sobretodo mi mente frágil, olvidadiza, pésima para los recuerdos literales, pero lo que si logro recordar es lo que hicimos, los besos que le di a su cuello, a sus mejillas, a sus labios, a su pecho, mis manos frotando sus senos y sus nalgas carnosas por encima de su ropa, frotando su espalda, su cintura, acariciando su rostro, su cabello, estimulándola al coito, ella se echó en el piso y empecé a besar su viente bajando despacio para intentar llegar a su intimidad, algo que ella no permitió, inteligente acto que en su difuso razonamiento logró realizar, sus jadeos eran una melodía que me excitaba más y más y que hacía que mis manos aprieten con más fuerza su cuerpo incentivando su comportamiento lujurioso, lascivo.

Creo que la extrañaré, aunque más extrañaré volver a tocarla, a sentirla tan cerca y quizá cuando vuelva, porque sé que lo hará, lograr terminar lo que comenzamos casualmente, luego de una seguidilla de mentiras que nos hicieron más íntimos, más amantes que nunca, de lograr ese "cariño" que solo dos amantes pueden lograr.

Por ahora, ella se irá, no la veré más, no por ahora; yo seguiré mi camino, el que siempre he seguido, y que con orgullo digo seguir, fuimos dos almas distintas en un mismo lugar con la misma intención, fuimos amantes de una noche, de una madrugada, fuimos dos extraños que explotaron en placer, somos dos cuerpos que sin pensarlo y ser evidente, muy en el fondo se extrañarán y querrán algún día consumar su unión prohibida.

lunes, 6 de agosto de 2012

MADMAN


Y me di cuenta que no estaría a mi lado, que mi intento por acercarme a ella, no pudo ser, que había fallado, que quizá no conté con su orgullo, o que tal vez si lo hice, pero mi ilusión me volvió a engañar otra vez: No vino nunca.

En ese momento, en que ya había perdido, en que mis últimas cartas se habían extinguido y ya no me quedaban alternativas (sin contar que pude decirle "estemos bien, mira lo que estamos haciendo, todo esto está mal"), realicé un movimiento que ya lo había pensado desde que entré a ese infierno en el que todos fueron a divertirse, un movimiento que pensé pude evitar, pero lamentablemente no siempre obtenemos lo que queremos, por más buenas y justas que sean las razones, porque al final de todo, yo también tengo orgullo, uno muy pequeño, pero que a resumidas cuentas, orgullo es.

Atiné a levantarme y desplazarme a la salida, caminé como un zombie, sin mirar atrás, caminé sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, caminé y parecía que mi alma se había quedado en el lugar en el que apenas segundos atrás, pensé que sería el lugar perfecto para sonreír, para ser parte de la multitud que -envidio ahora- la pasó muy bien. Aún así no haya querido, me convertí en el villano de la película, una película con un final que nadie imaginó.

Me sequé las lágrimas, las cuales eran una mezcla mortal de tristeza, impotencia, ira de no poder estar bien. Miraba alrededor mientras caminaba a ningún lugar, miraba los rostros de felicidad de todos, las sonrisas, y por más que hubiera querido odiarlos, no pude hacerlo, porque más odié el momento en el que me encontraba.

No sabía a donde ir, todo lugar era imperfecto para escapar y esconderse, me sentía más solo que nunca, me sentía destrozado, traicionado, burlado y humillado. Me sentía derrotado,vencido por el tiempo, por ese preciso momento que ya se veía venir, que no pude frenar.

No creo que recordar ese episodio sea lo más sensato, porque lo único que logro es llorar y volver a sentirme derrotado y  un muerto que solo vive del recuerdo, que quiere recordar que todo estuvo bien, pero que se da cuenta que quizá todo estuvo mal, desde un principio en que decidió volver a ingresar. No sé que es lo que quier, aunque en realidad si lo sé, pero no quiero enfrentarme a esa realidad fría, esa realidad que hará que me sienta más solo de lo que me siento hoy.

"Hubiera preferido morir a balazos por un imbécil, a que terminar hecho mierda por la persona a la que amo."