sábado, 30 de julio de 2011

DUMMY LOVE



Así es él. No sabe en que grado de madurez se encuentra. Quizás uno muy bajo, como si viviera aún en aquella etapa de amoríos quinceañeros, soñadores y absurdos.

Él no puede abandonar esa suerte estúpida que lo tiene esclavo de sus emociones, que lo confunde, lo destruye y que cuando cree tener todo bajo control, despierta para hallarse en lo más profundo de lo que sospechó estar.

¿Qué dominio puede tener sobre el mismo? Ninguno, porque todas las riendas de sus pasiones se las entrega a personas, que el considera, las tomarán muy bien, tanto como él desea y anhela. Es una lástima que nunca se vea favorecido en sus pretensiones, que todo lo que cree real se esfume en su rostro, desnudando una fantasía, una cruda burla a sus deseos. Se siente defraudado por si mismo y por esas ganas de seguir creando mañanas que no sucederán, pero que él -en su afán de aliviar la pasión- no dejará escapar.

¡Malditas quimeras! grita él con tanta rabia que las lágrimas se vuelven mortales y pretenden acabar con su sonrisa ya quebrada, esa sonrisa que lo excede de recuerdos, que hoy son lamentos. Se dejará caer en su propio olvido, sabiendo aún que no podrá desertar de su realidad, aquella que lo tiene rehén de sus fantasías inútiles y sombrías. Aquella que hoy lo hará alejarse de que lo que creyó tener mañana.

Así es él, un iluso, ingenuo y romántico frustrado por sus propias utopías, aquellas que pensó tener, pero que nunca tuvo. Así es él. Hoy ha vuelto a perder.

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