lunes, 20 de septiembre de 2010

MAÑANA SALDRÉ MAS TARDE


Salía de estudiar inglés un poco más tarde de lo normal. La noche era diferente, tal vez por el hecho de salir tarde y encontrarme con una rutina distinta, poca gente en las calles. Caminaba por la Av. Angamos hasta llegar a Espinar donde tomo siempre el bus. Estaba escuchando música, la cual me hace cantar, moverme, me aviva y me despierta una sonrisa gigante en el rostro, me alegra y me hace ver la vida de una manera agradable y sensacional. Eran mas o menos las 9:00pm y ya había dejado pasar un bus, ya que estaba rebalsando de gente. Demasiado lleno para mi gusto. Mientras esperaba otro bus -y por inercia de mis miradas vacías y despistadas, además de la sonrisa dibujada y la alegría avivada- volteé la mirada y ese acto me llevo al mejor momento de mi día; fue un aire fresco que me acariciaba todo el cuerpo, un sentir exquisito y desconocido que por dentro recorría cada centímetro de piel y alma. Ella me quedó mirando y yo no pude despegar mis ojos de los suyos, me pareció perfecta (adjetivo que sé no existe en alguien). Deje en paz un momento el júbilo que había despertado ella en mi y volví a mirar hacia delante por si venía el carro. Para mi buena suerte (porque creo que así fue, si no esta entrada no tendría sentido) ella tomó el mismo bus, y yo demostrando una caballerosidad absoluta la dejé subir primero, a lo que ella respondió con una sonrisa y un "gracias" (suspiro). Una vez dentro del bus, me acomodé "casualmente" a su lado, ni tan cerca ni tan lejos, pero una distancia prudente, como para de reojo poder verla cuando no se de cuenta. El cobrador, el más mata-pasiones me dijo "avanza chiquillo", solo atiné a mirarlo mal mientras avanzaba. Me había separado de ella, pero grande fue mi alegría cuando al segundo se acomodo a mi lado, como si me siguiera (acto que sé no fue a propósito y que fue una mera casualidad; quiero creer que no). Nunca dejé de escuchar música, para ser mas exactos Pantera; improvisaba headbangings y una que otra vez un air-drums, noté que ella me miraba a veces, con la excusa de voltear a mirar quien la empujaba al pasar, y sé que es una excusa porque yo también lo hacía. Un señor se levantó y quedó un asiento a mi disposición, el cual no dudé en cedérselo, y ser nuevamente correspondido con una sonrisa, que hoy será un dulce sueño si corro con suerte. Llegó un momento que ella preguntó al cobrador: "¿Falta aun para el triángulo?" - "Si falta aún" dijo él. Osé en decirle: "Yo también bajo ahí"; y otra vez dibujó su sonrisa y soltó un "Aya, gracias". Al pasar unos minutos logré sentarme delante de ella, le pedí mi libro que ella ofreció a llevar, al cederle yo el asiento. Ni bien logro sentarme siento unos toquecitos en el hombro, volteo y me dice: "Me avisas" - "Si claro" contesto yo emocionado. Llegamos al Triángulo y la miro para decirle que ya es el momento de bajar. Yo un caballero le doy el paso para que baje primero del bus. Una vez abajo no sabía que hacer, si cruzar la pista sin decirle un "chao" o menos aún mirarla. Noté que ella cruzaría también a lo que cruzamos los dos y me preguntó: "Es peligroso por allá" - señalándome la entrada de la residencial vecina de la mía - "No nada, es tranquilo.. vamos yo también entro por ahí". Cosa falsa porque nunca había cometido tal acto; y siempre entro por la garita de mi residencial que está un poco mas allá. Caminamos hacia dentro y me pregunta mi nombre a lo que respondo "Michael y tu?". Ahora me doy cuenta que lo olvidé, situación que suele suceder, porque soy un olvidadizo de nombres. Añadió "¿Escuchas metal?"- "Si, ¿porque?" - "Se escuchaba de tus audífonos y además movías la cabeza" (es aquí donde me di cuenta que en realidad todo estaba arreglado y que su seguimiento fue a propósito, creo que lo fue) - "¿Tu que escuchas? le pregunto - "Metal también". Lo cual me fascinó y quedé anonadado y feliz por dentro e ilusionado y despertaron muchas cosas en mi, cosas indescriptibles y tontas, achiboladas y presurosas, pero que te hacen sentir bien al fin y al cabo. Me preguntó si había un teléfono público y le indiqué donde; la acompañé hasta allí y llegó el momento que dijo "Gracias, chao" (siempre con esa sonrisa que hasta ahora no puedo sacar de mi mente) - "Chao cuidate" le respondí. Caminé hacia mi casa y todo acabó.

No creo en el amor a primera vista, es más me parece absurdo y desatinado, una locura disfrazada. Mas creo si en el gusto a primera vista, en la ilusión, en el destino, en que las situaciones pasan por algo y hay que aprovecharlas, que alguien no se cruza por las puras, que hay una razón por la cual llegó a ti, que dijo algo para que sea escuchado por ti, para que en tu mente perdure su voz, sus ojos, sus "gracias" y su tan perfecta sonrisa. Adiós.

1 comentario:

Martín Alvarez López dijo...

Existe una ciencia que se llama "Sincronismo", la cual refiere a aquellos actos que tienen un porqué. Y es precisamente como el que te tocó vivir. Sigue escribiendo.

Saludos.