viernes, 17 de junio de 2011

WE MIGHT AS WELL BE STRANGERS


Y el universo frenó y mi respiración calló. Mis ojos querían ver lo que creían ver, mis manos creían tocar lo que querían tocar y mi mente sospechaba que tal vez tuvo que pasar y que el mundo a su vez era una excusa bien pensada para conquistar lo que sucedía esa noche.

No puedo ilustrar la sensación de hallarme a mi mismo y decirme que estaba bien. Sentir y contemplar que ello era real y que era sumiso, un vasallo y obediente a mis propias acciones, aquellas que eran un reflejo o una reacción del entusiasmo ajeno. No podía explicar cómo. No podía argüir o definir que sabía bien; que era un esclavo del frenesí, un prisionero momentáneo del dulzor de aquellos confites refinados.

Y así es y así fue. Me considero ahora un amante obcecado, empeñado y empedernido de aquellas nubes; pequeñas pero bonitas al fin. Y me noté extraño, me desconocí, no supe quién era yo o quién suponía ser. No sabía nada. Era un vacío, que de a pocos se cargaba de afectos ocultos. Era finalmente yo. Y quise ser ese "yo" por siempre y que no tuviera fin. Y quise ser ese "yo" por la eternidad, deseoso por esos dos munditos simpáticos y entregados. Y quise ser ese "yo" que hoy quiero ser.

Debería abrir los ojos de una vez, pero no quiero. Debería calmar mis suspiros pero libres están bien. Debería pensar en mañana pero hoy quiero que sea ayer. Debería ser el "yo" que quiero ser. Debería soñar a que vuelva a suceder. Debería dejar de pensar en lo que pudo ser. Debería ser quién tuve que ser y no fui. Debería dormir para que todo vuelva a sobrevenir, a suceder. Debería explicarme como ser "yo"; ese "yo" que ayer fui.

No hay comentarios: