MISS ANGER

Yo no elegí esto. Yo no elegí tanta tensión. No elegí la lejanía ni la dureza de nuestros actos. Jamás quise que la guerra venga a nuestro territorio. La venganza y el odio son situaciones que detesto llevar en mi vida. No he nacido para vengarme ni para odiar, no lo hago porque corta mis sonrisas, me cambia el sentido del humor, algo que valoro y aprecio mucho en mi, como también en todas las personas.

Sin darnos cuenta nos metimos en un mundo sombrío, donde el rencor, la ira y la locura nos tomó de rehenes. Esa ira maldita, culpable de las más oscuras y venenosas palabras, aquellas que hieren, matan y rematan. Esa maldita ira que ciega al mundo, que te consume en tu propio infierno, que te convierte en un monstruo indomable, voraz, hambriento de sangre. Esa ira que me dijo adiós, que me vio marchar.

No soy quien supones que hoy soy, sabes muy bien que no lo soy. A regañadientes me convertí en lo que no quise ser. Me arrastraste al lado más mortal de nuestro universo, a la parte más tóxica, más hiriente.

Todo lo que hice fue una suma de reacciones, de acciones que llevaron a otras acciones, una cadena infinita de infortunios, de malas jugadas, de cansancio, aburrimiento y al final, de puñaladas.

Mis decisiones fueron bien calculadas, las pensé mucho tiempo, las tramé, las descarté, las volví a pensar y las realicé. Algunas me costaron, pero a veces todo tiene un precio. En mi caso, tuve que devolver -por instinto- todas las miserias que hablaron de mi. Me resultó una bajeza imperdonable, una mal movimiento, algo que se pensó con la ira devoradora de la razón. Eso no se hace, al menos yo no lo hago ni lo haría o lo haré. Tal vez si algún día caigo en tal desacierto, no sería contigo, porque conozco muy bien los códigos de una amistad que fue. Sinceramente, quiero que todo salga bien, no entre ese lazo que ya no será, sino con esa mitad que se cegó en su furia y traicionó todos los juramentos de amistad eterna que algún día creímos conservar. Deseo lo mejor para ti, sinceramente, lo mejor.