sábado, 13 de noviembre de 2010

A MI IZQUIERDA


Nadie puede negar o contradecir que lo absoluto de las memorias y glorias fueron agradables. Juzgarlo y considerarlo así sería falso y para nada distinguido. Para que buscar victimas o sacrificados si todo esto ya estaba escrito. Era parte de un futuro pendiente que esperó el momento preciso (y no por eso adecuado) para embestir y oponerse a una pasión dibujada por sonrisas y mentiras.

Lamentablemente siempre una parte es más débil que la otra. Aquí no existen los heridos o despechados. Eso fue parte de un romanticismo -ahora- marchito. Insistir en las mismas palabras amables, loables y color rosa barata, es inútil y efímero. Yo creí en la insistencia, yo creí en la esperanza, yo creí en el retorno, yo caí en lo ilusorio, en lo aparente, en lo inexistente.

Traición. ¿Porqué traición? Infamia a la verdad del sentimiento. Al creer en lo infinito y zambullirse y ahogarse en un mar de quimeras, de mundos utópicos, de miradas inventivas y de besos rotos.

Se presionó a la distancia, al alejamiento violento, al abrir de ojos. Al apreciar una realidad cruda llena de recuerdos condenados, colmado de desencantos.

"Ya es tarde" me dice la nostalgia. "Ahora tu te quedarás conmigo, en el mismo lugar del que nunca debiste salir para buscar episodios imposibles de amor. A donde nunca debiste entrar, y donde nunca debiste existir". Ya es tarde. Yo lo sé.

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