Él la mira con esmero y minuciosidad y piensa que "es hermosa, todo en ella es hermoso, es un mundo aparte."
Ella se detiene a observarlo con cuidado, no quiere perder ningún detalle, sobretodo el de su sonrisa, aquella que la toma por rehén y la sumerge en un océano de paz, de afectos luminosos y quién sabe que más. Solo ella lo sabe.
Él piensa que tuvo suerte al encontrarla. Aunque le agradece a Gevy de haber puesto a Emy en su camino. Un camino, en el cual Mai se encontraba perdido, confundido y sin un rumbo final. No se imagina que hubiera sido de existencia sin aquellas dos mujeres a su lado.
Emy es la fuerza, el ímpetu, el calor y la vida de Mai. Ella cede y contagia vida. Regala sonrisas.
Él quiere mucho a Emy, siente y asegura que fue afortunado al toparse con ella. Mai siempre fue tímido, el típico callado y perfil bajo del lugar a donde vaya. Creyó que las personas no se atreverían a conocerlo. Él daba razones para que no se atrevan. Emy rompió el hielo y él le agradecerá por la eternidad.
Mai siente su cuerpo, vive de su sonrisa, respira de sus miradas. Mai no ha tenido suficiente aún. Mai y Emy quieren estar juntos por el resto de sus vidas y -en el futuro- verse reflejados en un fruto de amor.
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